Una persona que sufre este tipo de ataque tiene sólo un período de seis horas para tratarse y poder reducir las secuelas, por lo que identificar los síntomas es clave. En el día Mundial del ACV te contamos los detalles de cómo prevenirlo.
El accidente cerebrovascular (ACV), también conocido como ataque o derrame cerebral, strokeo ictus, es la principal causa de muerte en Chile con 9.004 fallecidos el año 2013, lo que corresponde a una persona por hora.
Según cifras del Ministerio de Salud (Minsal), se calcula que anualmente hay 24.964 casos nuevos, por lo que hoy en territorio nacional existen 69 casos cada día.
El ACV, que es una emergencia médica y problema crítico de la Salud Pública nacional, sucede cuando se interrumpe el suministro de sangre al cerebro o cuando existe una hemorragia en él.
Asimismo, puede ocurrirle a cualquier persona de súbito, independiente de su edad, sexo o raza.
Es tal el peligro de este fenómeno, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que 15 millones de personas lo sufren. De este número, 5 millones fallecen y 5 millones quedan permanentemente discapacitados.
En Chile, el 50% de los pacientes que sufre el ataque queda con algún tipo de invalidez, 25% recupera su vida previa y el 25% restante muere.
TIPOS DE ACCIDENTES VASCULARES ENCEFÁLICOS
Entre las modalidades del ataque, se encuentran el isquémico y el hemorrágico, según indica el doctor Diego Herrero, neurólogo de la Clínica Alemana.
El primero, también llamado infarto cerebral, es el más frecuente y sucede por un bloque del flujo normal de sangre en algunas de las arterias que irrigan la masa encefálica. Esto puede ocurrir generalmente por arterioesclerosos o bien por una embolia cerebral.
El 80% del total de los ACV pertenecen a esta clasificación.
Por otra parte, y mucho más letal, está el ACV hemorrágico, denominado apoplejía o hemorragia cerebral. Este ataque se origina por la ruptura de un vaso sanguíneo en el órgano lo cual ocasiona un derrame.
Los motivos del accidente pueden ser la hipertensión arterial, un aneurisma cerebral, el uso de drogas, entre otros.
FACTORES DE RIESGO
Uno de los elementos que aumenta las posibilidades de padecer un ACV es la edad. Existe un mayor riesgo cuando se superan los 65 años. No obstante, el ataque puede sucederle a cualquier grupo etario, sujeto a las rutinas de cada persona. El sedentarismo es uno de los factores que puede contribuir al fenómeno.
Asimismo, los hombres tienen mayor probabilidad de sufrir el accidente, al igual que las personas que tienen familiares directos con antecedentes de un ataque cerebral.
La hipertensión arterial, la diabetes mellitus, el colesterol elevado, las cardiopatías, el tabaquismo y la obesidad también son elementos que inciden y aumentan la amenaza.
A esto se incluyen el consumo de drogas como la cocaína, anfetaminas, vasoconstrictores y el consumo excesivo de alcohol.
¿CÓMO DETECTARLO A TIEMPO?
Los síntomas de un ACV son variados en función del área cerebral afectada. Sin embargo, es muy importante reconocerlos, ya que una persona que sufre este accidente tiene sólo un período de seis horas para tratarse y poder reducir las secuelas.
Si la persona siente pérdida de fuerza, parestesias (hormigueo) o parálisis en un brazo, pierna o en la cara, debe solicitarse atención médica.
El caso se repite si el paciente presenta dificultad para expresarse, entender lo que se le dice o caminar.
También hay que poner atención si existen pérdidas de equilibrio, coordinación o dolores de cabeza bruscos y de una intensidad inusual.
La pérdida de la visión en uno o ambos ojos, la amnesia, la confusión y el vértigo también son factores que pueden indicar un ACV. Así como las crisis epilépticas, el compromiso de conciencia y los vómitos.
¿CÓMO PREVENIRLO?
Entre las precauciones está el consumir menos sal y seguir los tratamientos correspondientes de cada caso para mantener baja la presión arterial.
Del mismo modo, se deben tratar y controlar frecuentemente las enfermedades cardíacascomo arritmias y enfermedades de válvulas y arterias coronarias.
Se recomienda la disminución del consumo de alcohol y no fumar, hábitos que deben complementarse con la practicar una actividad física de forma regular (1 hora, 3 veces por semana).
Bajar la glicemia y el colesterol también es primordial, sobre todo si hay antecedentes familiares de diabetes o hipertensión.