La vitamina D es un nutriente básico para la salud de los seres humanos. Popularmente, es muy conocida como ‘la vitamina del sol’ ya que la luz ayuda a su síntesis dentro del organismo. En concreto, se trata de una sustancia soluble en la grasa, motivo por el cual se denomina liposoluble.
Por lo general, el sol se considera como la mayor fuente de este micronutriente, si bien es cierto que se puede encontrar también de forma abundante en el pescado y los huevos. Además, es frecuente que se añada como aditivo a los zumos, los derivados lácteos y los cereales con el propósito de dar mayor nutricional a su composición.
Sin embargo, no esperes encontrar la vitamina D como tal en ningún alimento. De hecho, esta sustancia orgánica es sintetizada en el organismo, gracias a la acción de la luz solar como ya hemos comentado, a partir de la provitamina D2 (ergosterol), la cual tiene origen vegetal, y la provitamina D3 (7-deshidrocolesterol), de origen animal. La radiación ultravioleta consigue transformar ambos agentes en ergocalciferol (vitamina D2) y colecalciferol (vitamina D3), respectivamente.
La vitamina D ayuda a fortalecer los huesos
La vitamina D tiene entre sus grandes y más importantes funciones favorecer la correcta absorción del calcio por parte de los huesos. De hecho, sin ella, este mineral no puede llegar al tejido óseo o, al menos, no en la proporción en la que lo necesita, lo que da lugar a la aparición de enfermedades como la osteoporosis
La cantidad de vitamina D recomendada para un correcto nivel de absorción de calcio en los huesos es de 10 mg diarios en los adultos. Sin duda, se trata de una cifra bastante pequeña, por lo que se puede extraer sin problemas siguiendo una dieta lo suficientemente equilibrada.
El problema es que, en las personas de avanzada edad, el organismo empieza a perder facultades a la hora de sintetizar la vitamina D, lo que trae aparejado el descenso en los niveles de absorción de calcio y, consecuentemente, un mayor número de posibilidades de sufrir una fractura ósea. En estos casos, los suplementos son especialmente recomendables.
La vitamina D protege el corazón
Se tiene la certeza de que las personas que padecen carencia de vitamina D son más propensos a padecer un infarto agudo de miocardio o cualquier otro problema de corazón. De hecho, la mortalidad cuando esto sucede es mucho más elevada entre estos sujetos. Probablemente, esto guarda relación con el hecho de que esta vitamina disminuye la presión arterial de forma significativa.
La vitamina D previene la aparición de determinados tipos de cáncer
Mantener un nivel correcto de vitamina D en sangre disminuye el riesgo de padecer determinados tipos de cáncer bastante comunes. De hecho, las personas con déficit de ella son hasta un 10% más propensos a padecer cáncer de colon que los que mantienen unos niveles estables. La relación causa-efecto aún no se ha demostrado empíricamente, pero lo cierto es que existe.
La vitamina D fortalece el sistema inmune
Cuando pensamos en formas de fortalecer el sistema inmune de cara a hacer frente a enfermedades, tradicionalmente, la que se nos viene a la cabeza es la vitamina C. De hecho, cuando éramos pequeños, tanto el médico como nuestras madres nos obligaban a tomar zumo de naranja cuando estábamos resfriados por este motivo. Sin embargo, la vitamina D también guarda estrecha relación con el correcto estado de las barreras defensivas de nuestro cuerpo.
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