A través de todas las etapas del ciclo vital los individuos se desarrollan producto de los cambios sistemáticos que afrontan, dicho desarrollo involucra diversas áreas (biológica, psicológica y social). Los cambios biológicos se reflejan en la maduración del cerebro y de estructuras física del organismo, influyendo de sobremanera en las capacidades del sistema nervioso y los órganos internos, salud, condición física, y habilidades motoras. Mientras que el área psicológica está representada por los cambios surgidos en el comportamiento de la persona. Por último, el desarrollo en el área social se representa a través de los cambios del mundo social de la persona, y cómo estos influyen en la capacidad de adaptación e interacción del sujeto a las estructuras sociales del entorno. Para la autora Rocío Fernández Ballesteros (1997) el envejecimiento es un proceso que aumenta la vulnerabilidad de las personas, se traduce en una serie de cambios biológicos, psicosociales y funcionales, que de manera lenta y progresiva afectan la adaptabilidad de las personas a su entorno físico, ambiental y social, exponiéndolos a las apariciones de enfermedades crónicas y degenerativas que pueden afectar a su calidad de vida.
Área biológica
Desde el área biológica se entiende que a medida que una persona envejece se producen una serie de cambios, estos afectan la funcionalidad de los sistemas del organismo (sensoriales y orgánicos) y conllevan a una declinación física, así como a la perdida de la vida. El sistema sensorial presenta los siguientes aspectos de cambio; la perdida de la agudeza visual, ojos secos producto de la atrofia de las glándulas lagrimales; pérdida gradual de la audición, y una menor agudeza para percibir las frecuencias altas; disminución de la sensibilidad para discriminar los sabores debido al deterioro de las papilas gustativas; la pérdida de capacidad para discriminar los olores de los alimentos; por último la capacidad sensorial del tacto, estos cambio se producen en la piel y pueden observarse a simple vista, como son: aparición de arrugas, manchas, flaccidez y sequedad. Mientras que los sistemas orgánicos contemplan; la estructura muscular, caracterizado el cambio por la pérdida de masa muscular y atrofia de las fibras musculares; el sistema esquelético, este presenta disminución de masa esquelética, y a la desmineralización de los huesos, por ende, propician la fragilidad y posibles fracturas; las articulaciones, estas se ven afectadas por la reducción de la flexibilidad, se produce una mayor rigidez articular debido a la degeneración de los cartílagos, los tendones y los ligamentos; el sistema cardiovascular, en el corazón hay una mayor cantidad de grasa acumulada, aumento del ventrículo izquierdo y endurecimiento de las fibras musculares, entre otro cambios. Los vasos sanguíneos se estrechan, acumulan líquidos en las arterias, y a las válvulas cardiacas se vuelven más gruesas y menos flexibles; el sistema respiratorio, caracterizada la declinación por la atrofia y el debilitamiento de los músculos intercostales, los cambios esqueléticos (caja torácica y columna) y el deterioro del tejido pulmonar (bronquios); el sistema excretor, el riñón tiene una menor capacidad para eliminar los productos de desecho, asimismo se hacen frecuentes los episodios de incontinencia; el sistema digestivo, los cambios se traducen en una digestión dificultosa y en la reducción del metabolismo de ciertos nutrientes en el estómago y el intestino delgado; El sistema reproductivo, en el caso de los hombres disminuye sus niveles de testosterona llegando hasta 30 a 40 por ciento de reducción hacia los 70 años de edad (King, 1996). Presentan igualmente disfunción eréctil, más conocido como impotencia, y es la incapacidad constante para lograr o mantener una erección. Mientras que la próstata puede alargarse, lo que causa problemas urinarios y sexuales. En el caso de las mujeres, sufren cambios significativos en su aparato genital, representado por una menor elasticidad de los labios vaginales y atrofias progresivas de su capaz dérmicas y epidérmicas. Asimismo, la vagina presenta una menor capacidad para su fluidificación propiciando la aparición de infecciones locales, la mucosa se hace más fina y seca, perdiendo longitud, es decir que se hace más estrecha y menos elástica; por último el sistema nervioso, una de las patologías que presentan los adultos mayores son la demencia, considerada un síndrome clínico de causa organiza, caracterizada por una alteración del nivel de conciencia, este deterioro intelectual es crónico y afecta la capacidad funcional de la persona provocando una importante alteración de sus actividades. El alzhéimer representa aproximadamente el 75% de todas las demencias, es una enfermedad neurodegenerativa y progresiva. Otra enfermedad catalogada como neurodegenerativa es el Parkinson, esta patología se caracteriza por la destrucción progresiva de neuronas dopaminérgicas y la sustancia que producen, la dopamina. La pérdida de esta sustancia produce patrones anormales de activación nerviosa dentro del cerebro que causan deterioro del movimiento, temblores, rigidez en las extremidades, en el tronco, o problemas de equilibrio.
Área psicológica
Desde la perspectiva psicológica se hace referencia a los cambios surgidos en el comportamiento de la persona. Existen variadas Teorías sobre cambios psicológicos ligados al envejecimiento. Según Erickson (2000), el desarrollo del ego trasciende cada una de las etapas psicosociales de los individuos, y corresponde a la parte del self (si mismo) que interactúa en y con el mundo real a través del uso de procesos cognitivos como la percepción, el razonamiento y el recuerdo. Es un plano de adaptación por medio de los sentidos, representaciones verbales, la razón y la moral, como también las expresiones de distención de la vida instintiva. El ego se desarrolla a través de ocho estadios por las cuales transcurren los individuos a lo largo del ciclo vital, afrontando en cada una de estas etapas crisis psicosociales que tienen dos soluciones; una positiva y otra negativa. Las personas adultas mayores se enfrentan a la crisis de la vejez, la cual consiste en la integridad frente a la desesperanza. En una solución positiva ante las crisis, el individuo mira la vida en retrospectiva, comprendiendo dicho proceso como el cumplimiento de las metas y objetivos, por lo tanto, se visualizan como un sujeto que se ha desarrollado integral y satisfactoriamente. Mientras que la pérdida de integración del individuo es una respuesta negativa ante la crisis, los adultos mayores presentan ansiedad producto de los pensamientos de pérdida de autonomía y muerte, asimismo aparecen pensamientos sobre haber vivido de forma diferente, lo cual se manifiesta en el sentimiento de desesperanza.
Cabe señalar que los cambios psicológicos que surgen en la vejez tienen estrecha relación con las condiciones sociales y personales, y de la forma como los individuos se enfrentan a ellas. Por lo tanto, el bienestar psicológico durante la vejez está condicionado por la adaptación a los nuevos estados. En la Teoría de la Adaptación se indica que la persona es un ser biológico, psicológico y social que está en constante interacción con un entorno cambiante; al enfrentarse al mundo las personas utilizan mecanismos innatos y adquiridos, por lo tanto, la adaptación está en la habilidad personal para adaptarse, según el grado en que las persona estén expuesta a las fuerzas ambiéntales (Balderas, 2009).
Área Social
Cabe señalar que existe una clara estigmatización respecto a la vejez, habitualmente se relaciona con dependencia y perdida del rol social. En este aspecto no podemos desconocer que durante el proceso de envejecimiento los sujetos experimentan una discontinuidad, esta se manifiesta a través de la disminución de la interacción entre el individuo y la sociedad, contribuyendo de manera significativa en la adaptación al entorno. En la teoría de la continuidad Robert Atchley (1971,1972) se visualiza a los sujetos en un continuo desarrollo, es decir que el periodo de vejez es una prolongación de las etapas eevolutivas anteriores, por lo tanto, no involucra precisamente un declive de los procesos humanos y sociales. La continuidad o la incorporación de nuevas actividades, así como mantener una participación activa en las diversas esferas sociales son pieza clave para tener un envejecimiento activo. Para la OMS, uno de los pilares fundamentales para mantener un envejecimiento activo, es la participación; esto se traduce en que las personas mayores tienen derecho a mantener el vínculo con la sociedad sin importar su edad.
Desde el modelo de la Teoría Ecológica desarrollado por Bronfenbrenner (1979) se concibe a los individuos como el núcleo de un conjunto organizado y jerarquizado de subsistemas dentro del entorno social con los cuales interactúa. El entorno inmediato donde se encuentra la familia y los amigos cercanos de los adultos mayores, se denomina ´´Microsistema´´ este corresponde al entorno íntimo, donde se dan las relaciones interpersonales. Se refiere al “patrón de actividades, roles y relaciones interpersonales que la persona en desarrollo experimenta en un entorno determinado, con características físicas y materiales particulares” (Bronfenbrenner, 1979). Las crisis normativas (cambios esperables que suceden) surgidas como la viudez y la muerte de pares, reduce el entorno inmediato solo a la familia. Cabe mencionar que muchos adultos mayores se enfrentan al abandono y a la perdida de roles, lo que se traduce en una reducción significativa en la participación y toma de decisiones en el núcleo familiar. En este modelo el segundo entorno, el ´´Meso sistema´´, corresponde a las interrelaciones de dos o más sistemas en que está inserta la persona mayor. Corresponde a su parte relacional, al “conjunto de interrelaciones de dos o más entornos en los que la persona en desarrollo participa activamente” (Bronfenbrenner, 1979). En este nivel las personas mayores se relacionan con la comunidad, la familia extendida y el trabajo. Cabe señalar que la jubilación es un hecho que desvincula al sujeto de la vida laboral, justamente este acontecimiento es el que marca la entrada oficial a la vejez en las sociedades occidentales, como una manera efectiva de contrarrestar la situación de desvinculación es que la participación en la comunidad cercana, con el vecindario puede constituirse en una red apoyo para las personas mayores. Mientras que el tercer entorno´´Exosistema´´ corresponde a “uno o dos entornos que no incluyen a la persona en desarrollo como participante activo, pero en los cuales se producen hechos que afectan a lo que ocurre en el entorno que comprende a la persona en desarrollo, o que se ven afectados por lo que ocurre en ese entorno” (Bronfenbrenner, 1979). Este nivel nos aleja del adulto mayor, pero nos acerca a factores externo que inciden de sobremanera en los sujetos, un claro ejemplo es el trasporte público, este es fundamental para el desplazamiento de los adultos mayores, quienes utilizan el servicio para realizar; visitas a familiares y redes de apoyo, visitar a pares significativos, acceder a servicios de salud, tramites, asistir a actividades recreativa o de esparcimiento, entre otras. Por lo tanto, es necesario a nivel institucional tomar medida necesaria que permitan un acceso adecuado, tanto a nivel de infraestructura como de gratuidad, una solución que permitirá mayor inclusión, evitando el aislamiento social y la dependencia. Por último, el ´´Macrosistema´´ “se refiere a las correspondencias, en forma y contenido, de los sistemas de menor orden (micro, meso y exo) que existen o podrían existir, al nivel de la subcultura o de la cultura en su totalidad, junto con cualquier sistema de creencias o ideología que sustente estas correspondencias” (Bronfenbrenner, 1979). El Macrosistema es muy relevante para las personas adultas mayores, es justamente en ese nivel donde se generan y reproducen los conceptos culturales peyorativos. Los prejuicios hacia este grupo etario son una construcción colectiva que fomenta un imaginario social negativo de la vejez, contribuyendo de sobremanera en la discriminación y segregación.
Conclusión
A modo de conclusión podemos mencionar que el envejecimiento es un proceso de profundo cambios biológicos, psicológicos y sociales que ejercen un grado de influencia entre sí. Durante su trascurso los adultos mayores pueden verse afectados tanto de manera positiva como negativa, esto condicionado por el contexto histórico y social particular, es decir que el desarrollo del proceso depende de las condiciones que han trascurrido durante todas las etapas del ciclo vital.
En este contexto la adaptación es fundamental, requiere afrontar las condiciones externas e internas de los cambios surgidos en el proceso, para optimizar un desarrollo integral. Asimismo, la continuidad de los sujetos es sumamente necesaria pues permite permanecer inserto en sociedad, siendo un recurso humano activo para el desarrollo del país, en el sentido de ciudadanos que ejercen derechos y que participan activamente en la toma de determinadas decisiones, y no meros receptores pasivos de cuidados, ayuda y beneficios.
De igual modo el proceso de envejecimiento involucra a todo el conjunto de la sociedad. El compromiso de las diversas instituciones, así como de organizaciones comunitarias y la familia constituyen las redes de apoyo necesarias para brindar un mayor bienestar y calidad de vida. Asimismo, el reconocimiento de los derechos humanos de los adultos mayores es sin duda el primer eslabón para propiciar políticas públicas que brinden una real solución a las necesidades y problemáticas que se visualicen.
Referencias
Carrazco, E. (2014). Neurama; Revista electrónica de psicogerontología. Aspectos biopsicosociales del envejecimiento Vol.1- Nº2.
Fernández-Ballesteros R. (1997). Calidad de vida en la vejez: condiciones diferenciales. Anuario de Psicología, 73,89-104.
Duskin, R. Martorell, G. Berber, E. (2012). Papalia. Desarrollo del adulto en la vejez. Universidad Iberoamericana, Ciudad de México.
Bronfenbrenner, U. (1987). La ecología del desarrollo humano. Barcelona: Paidós.
Sarabia, C. (2009). Envejecimiento exitoso y calidad de vida. Su papel en las teorías del envejecimiento. Barcelona. Gerokomos vol.20 no.4
Torrico, L. Santín, V. Andrés, V. (2002) El modelo ecológico de Bronfenbrenner como marco teórico de la Psicooncología. Universidad de Murcia. Anales de Psicología (vol. 18, nº 1, pp. 45-59)
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