La diabetes mellitus tipo 2 es un desorden metabólico crónico que se caracteriza por una alteración de la secreción de insulina por parte de las células del páncreas y/o de la actividad de esta hormona en su principal órgano blanco la musculatura estriada) y cuya manifestación principal es un estado crónico de hiperglicemia, el que producirá daño tanto a corto como a largo plazo en múltiples órganos y sistemas, en especial en los sistemas cardiovascular y neurológico. Esta enfermedad tiene una estrecha asociación con la obesidad, la que constituye uno de los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de esta patología.
Como indica la Dra. Marcela Carrasco, directora de la sociedad degeriatría y Gerontología de Chile: “Los objetivos globales del manejo de personas con diabetes mellitus incluyen el manejo de la hiperglicemia y el control de factores de riesgo. Sin embargo, dado que las personas mayores son un grupo heterogéneo, desde personas autovalentes hasta personas frágiles o dependientes con distinta expectativa de vida, el manejo de la diabetes debe ser individualizado, tomando en cuenta estas variables. Es un error muy frecuente usar los mismos objetivos de control glicémico en personas con distinta expectativa de vida”- comenta.
Algunas de las consideraciones que hay que tener en el manejo de personas mayores diabéticas se detallan a continuación.
El riesgo de hipoglicemia es mucho mayor que en jóvenes, y conlleva riesgos graves como deterioro cognitivo, caídas, deterioro funcional e incluso mortalidad. Esto hay que tomarlo en cuenta a la hora de elegir las metas de control glicémico y el tipo y dosis de medicamentos a usar.
Al igual que en población más joven, el manejo incluye la disminución del riesgo cardiovascular, enfocado en el cese del tabaquismo, tratamientos de hipertensión, dislipidemia, ejercicio y antiagregantes en caso necesario. Es importante no dejar de lado esto, especialmente la consejería sobre estilos de vida saludable, resaltando la importancia de la actividad física regular y alimentación saludable.
En personas frágiles, con expectativa de vida limitada menor a 10 años, el evitar las hipoglicemias, hipotensión y las reacciones adversas a medicamentos, son preponderantes y modifican los objetivos terapéuticos, aceptándose mayores niveles de HbA1c (HbA1c <8,5%), de acuerdo a las recomendaciones de la Sociedad Americana de Diabetes ADA y de la Sociedad de Geriatría Americana y europea.
El tamizaje de complicaciones microvasculares es tan importante como en personas jóvenes, sobre todo aquellas que se asocian a discapacidad futura como la retinopatía, nefropatía y problemas de pie diabético. La evaluación oftalmológica es importante no solo por la retinopatía, sino en la pesquisa de glaucoma y cataratas que también son más frecuentes en esta población y generan discapacidad prevenible.
Como explica la Dra. Carrasco: “Las personas mayores con diabetes están en mayor riesgo de presentar síndromes geriátricos tales como polifarmacia, deterioro funcional, deterioro cognitivo, depresión, incontinencia urinaria, caídas y dolor crónico. Por lo tanto deben recibir una evaluación y manejo integral con un fuerte enfoque en la prevención de discapacidad adaptada a las expectativas de vida”-indica.
Rol de la alimentación
El plan de alimentación debe ser elaborado por un profesional capacitado y con experiencia en el manejo de pacientes diabéticos y debe contar con las siguientes características:
Personalizado y adaptado a las condiciones de vida del paciente: Cada individuo debe recibir instrucciones dietéticas de acuerdo con su edad, sexo, estado metabólico, situación biológica, actividad física, enfermedades intercurrentes, hábitos alimentarios, factores de estilo de vida, situación económica y disponibilidad de los alimentos en su lugar de origen.
Fraccionado: Los alimentos se deben distribuir en cinco a seis horarios en el día, lo cual mejora la adherencia a la dieta, se reducen las alzas glicémicas postprandiales y es de gran utilidad en pacientes que requieren terapia insulínica.
Debe contener fibra: Se sugiere alrededor de 20-35 gr/día, tanto soluble como insoluble, ya que mejora el control glicémico, la sensibilidad a la insulina y promueve una disminución de los lípidos sanguíneos.
Moderar el consumo de sal: Debe restringirse cuando hay enfermedades asociadas como hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca o renal.
No es recomendable el consumo de alcohol de manera habitual: La ingesta debe ser acompañada de algún alimento para evitar riesgo de hipoglicemias. Está contraindicado en pacientes con hipertrigliceridemias.