Todas las personas sufren cambios en su cuerpo cuando llegan a una determinada edad. Esta es una consecuencia lógica del envejecimiento y el sentido de la vista, obviamente, también se ve afectado por el paso de los años.
Lo normal es que a partir de los 40 ó 45 años la mayoría de personas, incluidas las que no han tenido ninguna patología ni defecto refractivo con anterioridad, tengan problemas para enfocar los objetos cercanos: es lo que se conoce como presbicia o vista cansada. Además, existen otras enfermedades propias de la edad madura o de la vejez que exigen a las personas que se encuentran en esta etapa de su ciclo vital intensificar las precauciones en el cuidado de los ojos.
Enfermedades de la vista propias de la madurez o la vejez
Presbicia
Como hemos comentado, casi todos la vamos a padecer a partir de los 40 ó 45 años y se caracteriza por la dificultad para ver a distancias cortas por culpa de una mala acomodación del cristalino. Si no se corrige con gafas o unaoperación específica de cirugía refractiva, además de la imposibilidad de hacer actividades tan cotidianas como leer o coser, puede producir molestias en los ojos y dolores de cabeza.
Ojos secos
La falta de producción de lágrimas o su calidad insuficiente es la causa de esta condición que, aunque sólo reviste gravedad en casos extremos, sí resulta muy molesta por producir síntomas como sensación de arenilla en los ojos, picor, ardor y, en ocasiones, ulceración, inflamación e infecciones. Las soluciones más habituales a este problema son las medidas profilácticas o preventivas y las lágrimas artificiales.
Cataratas
Las cataratas consisten en una opacificación del cristalino del ojo que, exceptuando casos extremadamente raros, solamente se da en personas de edad avanzada. El único tratamiento posible es el quirúrgico (se implanta una lente intraocular en sustitución del cristalino) y los resultados, salvo que existan complicaciones derivadas de otras enfermedades de la vista, suelen ser muy exitosos, por lo que en la mayoría de casos el paciente vuelve a tener una visión óptima después de la intervención.
Glaucoma
El glaucoma es una enfermedad grave, que ocurre con mayor frecuencia en personas mayores de 40 años y que debe tratarse cuanto antes, ya que puede ocasionar daños irreversibles en el nervio óptico que pueden provocar ceguera parcial o hasta ceguera total. El problema se deriva de una presión intraocular alta que, en sus fases iniciales, no suele dar síntomas, por lo que es fundamental la realización de exámenes oftalmológicos completos periódicos para poder detectarlo a tiempo. Si se diagnostica en su fase temprana, existen tratamientos muy eficaces como gotas oftálmicas, medicamentos y, a veces, intervenciones quirúrgicas.
Degeneración macular
La DMAE es una enfermedad grave, también propia de la vejez, que se caracteriza por daños en el área central de la retina, lo que se conoce como mácula. Esta patología provoca pérdida de visión, que puede ser periférica o central, o visión distorsionada.
Problemas en los párpados
Muchas personas mayores sufren diversas afecciones en los párpados como alergias, inflamación del borde de los párpados (blefaritis) o tumores, que deben tratarse para evitar complicaciones importantes como ulceraciones de la córnea.
Acciones preventivas y consejos para conservar la vista
Como hemos ido viendo al tratar las diversas enfermedades visuales asociadas con la edad, la prevención es la mejor garantía para gozar de una buena salud visual incluso en edades muy avanzadas. Por ello, el principal consejo es, sobre todo a partir de los 40 años, acudir al oftalmólogo al menos una vez al año para realizarnos un chequeo completo de la vista. Esto hay que hacerlo aunque no notemos ningún síntoma extraño. Otras recomendaciones son:
Acudir urgentemente al especialista si notamos síntomas como: pérdida abrupta de visión, moscas flotantes, destellos o cualquier otra anomalía.
Cuidar la alimentación. Es importante ingerir alimentos ricos en vitaminas A, C y magnesio como: zanahorias, brócoli, cítricos, lechuga o pescado.
En caso de usar gafas o lentillas, ajustarlas a la graduación correcta.
Evitar los contextos medioambientales que puedan provocar problemas en los ojos como el aire acondicionado, las corrientes de aire, el viento fuerte o la excesiva luz solar.
Cumplir años no tiene por qué ser sinónimo de tener una mala visión que redunde en una mala calidad de vida o en grandes limitaciones en las acciones cotidianas. De hecho, existen casos de personas con más de 100 años que ven muy bien. La prevención y la ayuda médica en los casos necesarios son los dos pilares en los que debemos apoyarnos para preservar nuestra salud visual y general durante muchos años.