La vitamina K es liposoluble pero no se disuelve en agua, por lo que mantiene sus propiedades después incluso de la cocción. También se denomina antihemorrágica o vitamina de la coagulación.
Como vitamina K existen varias moléculas que tienen en común su participación en procesos de coagulación. De ahí su nombre, por la palabra alemana Koagulation. Los anticoagulantes y los antibióticos pueden llegar a interferir con la vitamina K.
Una proporción importante de vitamina K es sintetizada a nivel endógeno en el intestino humano. Esta sustancia se ve afectada por la luz solar y la acción de ácidos, sin embargo, no le afectan la oxidación ni el calor.
La toxicidad de este componente es bastante rara.
Funciones de la vitamina K
No está presente en la lista de vitaminas esenciales. Aunque es importante tener en cuenta que su ausencia provocaría que la sangre no coagulase.
Colabora en la síntesis ósea.
Ayuda en la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Fuentes alimenticias de vitamina K
Vegetales de hoja verde, coles, repollo, coliflor, espinacas, té y soja.
Brócoli, cebolletas, berros, espárragos e incluso perejil, son otras opciones verdes.
Entre las frutas, aunque en menor cantidad, la aportan la manzana verde, ciruelas secas, los arándanos y las uvas.
Hígado de cerdo.
Cereales, patatas, tomate.
Mantequilla, quesos.
Salmón, camarones cocidos o atún en aceite de oliva.
Anacardos, nueces y piñones.
Aceite de soja, rico en filoquinona.
Consecuencias del déficit de vitamina K
La carencia de vitamina K es muy poco común, aunque sí se puede dar en los bebés recién nacidos, ya que al nacer su microbiota o flora intestinal está libre de microorganismos, y por lo tanto no cuentan con el proceso de síntesis de esta vitamina. Los síntomas de su necesidad en el organismo se manifiestan principalmente con sangrados.