Las personas de 60 años de edad o mayores realizan aportaciones valiosas a la sociedad como miembros activos de la familia, voluntarios y participantes activos en la fuerza de trabajo. Aunque la mayoría de las personas mayores tienen una buena salud mental, muchas corren el riesgo de presentar trastornos mentales, enfermedades neurológicas o problemas de consumo de sustancias, además de otras afecciones, como la diabetes, la hipoacusia o la artrosis. Por otra parte, a medida que envejecemos aumentan las probabilidades de que padezcamos varias afecciones al mismo tiempo.
El problema
La proporción de personas mayores está aumentando rápidamente en todo el mundo. Según se calcula, entre 2015 y 2050 dicha proporción casi se duplicará, pasando de 12 a 22%. En números absolutos, el aumento previsto es de 900 millones a 2 000 millones de personas mayores de 60 años. Los adultos mayores pueden sufrir problemas físicos y mentales que es preciso reconocer.
Más de un 20% de las personas que pasan de los 60 años de edad sufren algún trastorno mental o neural (sin contar los que se manifiestan por cefalea) y el 6,6% de la discapacidad en ese grupo se atribuye a trastornos mentales y neurológicos. Estos trastornos representan en la población anciana un 17,4% de los años vividos con discapacidad. Los trastornos mentales y neurológicos más comunes en este grupo de edad son la demencia y la depresión, que a escala mundial afectan aproximadamente al 5% y al 7%, respectivamente, de la población de adultos mayores.
Los trastornos de ansiedad afectan al 3,8% de la población de edad mayor y los problemas por abuso de sustancias psicotrópicas, casi al 1%; asimismo, aproximadamente una cuarta parte de las muertes por daños autoinfligidos corresponden a personas de 60 años de edad o mayores. Es frecuente que los problemas por abuso de sustancias psicotrópicas en los ancianos se pasen por alto o se diagnostiquen erróneamente.
El personal sanitario y los propios ancianos no reconocen los problemas de salud mental en su verdadera dimensión, y el estigma de las enfermedades mentales propicia que las personas sean aun más reacias a buscar ayuda.
Los factores de riesgo de los trastornos mentales en adultos mayores
En un momento dado cualquiera de la vida actúan muchos factores de riesgo de problemas de salud mental. Las personas mayores pueden sufrir condiciones de estrés que son comunes al resto de la población, pero algunos factores son más habituales en las fases avanzadas de la vida, por ejemplo, una pérdida importante de las capacidades, en particular de las funcionales. Los adultos mayores pueden sufrir pérdida de movilidad, dolor crónico, fragilidad u otros problemas de salud para los que precisan de algún tipo de atención a largo plazo. Además, las personas mayores padecen con más probabilidad situaciones de duelo o una pérdida de estatus socioeconómico debida a la jubilación. En las personas mayores, todos esos factores de estrés pueden ser causa de aislamiento, soledad o sufrimiento psicológico para los que precisen atención crónica.
La salud mental influye en la salud del cuerpo, y a la inversa. Por ejemplo, los adultos mayores con enfermedades como las cardiopatías presentan tasas más elevadas de depresión que quienes no padecen problemas médicos. Por el contrario, la coexistencia de depresión no tratada y cardiopatía en una persona mayor puede empeorar esta última.
Los adultos mayores también son vulnerables al maltrato, sea físico, sexual, psicológico, emocional, económico o material; al abandono; a la falta de atención y a graves pérdidas de dignidad y respeto. Los datos actuales indican que una de cada 10 personas mayores sufre maltrato. El maltrato de las personas mayores no se limita a causar lesiones físicas sino también graves problemas psíquicos de carácter crónico, como la depresión y la ansiedad.
La demencia y la depresión en los ancianos son problemas de salud pública
Demencia
Es un síndrome, por regla general de carácter crónico y progresivo, caracterizado por la mengua de la memoria y la capacidad de pensar, trastornos del comportamiento e incapacidad para realizar las actividades de la vida cotidiana.
Se calcula que en el mundo hay unos 50 millones de personas aquejadas de demencia. Se prevé que el número de estas personas aumentará a 82 millones en 2030 y a 152 millones en 2050; además, la mayoría de esos pacientes vivirán en países de ingresos bajos y medianos.
La demencia lleva aparejados problemas sociales y económicos de envergadura por lo que toca a los costos de la asistencia médica, social e informal que impone. Por otra parte, las presiones físicas, emocionales y económicas pueden agobiar a las familias y los cuidadores. Tanto las personas aquejadas de demencia como quienes las asisten necesitan apoyo sanitario, social, económico y jurídico.
Depresión
La depresión puede causar grandes sufrimientos y trastorna la vida cotidiana. La depresión unipolar afecta a un 7% de la población de ancianos en general y representa un 5,7% de los años vividos con una discapacidad entre las personas de 60 años de edad y mayores. En los establecimientos de atención primaria de salud la depresión no se diagnostica ni se trata como debiera. Es frecuente que los síntomas de este trastorno en los adultos mayores se pasen por alto y no se traten porque coinciden con otros problemas que experimentan.
Las personas mayores con depresión tienen un desempeño más deficiente en comparación con los que padecen enfermedades crónicas como las enfermedades pulmonares, la hipertensión arterial o la diabetes sacarina. Este trastorno también aumenta la percepción de tener mala salud, la utilización de los servicios médicos y los costos de la asistencia sanitaria.
Estrategias de tratamiento y asistencia
Es importante que los prestadores de asistencia sanitaria y la sociedad en su conjunto presten atención a las necesidades especiales de los grupos de población de edad mayor mediante las medidas siguientes:
capacitación de los profesionales sanitarios en la atención de los ancianos;
prevención y atención de las enfermedades crónicas que acompañan a la vejez, como los problemas mentales, neurales y por abuso de sustancias psicotrópicas;
elaboración de políticas sostenibles sobre la asistencia a largo plazo y los cuidados paliativos;
creación de servicios y entornos que favorezcan a las personas de edad.
Promoción de la salud
La salud mental de los adultos mayores se puede mejorar mediante la promoción de hábitos activos y saludables. Ello supone crear condiciones de vida y entornos que acrecienten el bienestar y propicien un estilo de vida sano. La promoción de la salud mental depende en gran medida de que los ancianos cuenten con los recursos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas, tales como:
protección y libertad;
viviendas adecuadas mediante políticas apropiadas;
apoyo social a las personas mayores y a quienes cuidan de ellas;
programas sanitarios y sociales dirigidos específicamente a grupos vulnerables como las personas que viven solas y las que habitan en el medio rural o las aquejadas de enfermedades mentales o somáticas;
programas para prevenir y abordar el maltrato de los adultos mayores;
programas de desarrollo comunitario.
Intervenciones
El reconocimiento y tratamiento oportunos de los trastornos mentales, neurorológicos y por abuso de sustancias psicotrópicas en los adultos mayores revisten una importancia decisiva. Se recomienda aplicar intervenciones psicosociales y farmacológicas.
No se cuenta hoy por hoy con medicamentos para curar la demencia, pero es mucho lo que se puede hacer para apoyar y mejorar la vida de las personas que la padecen, así como a sus cuidadores y familias, como por ejemplo:
el diagnóstico temprano para promover el tratamiento oportuno y óptimo;
la optimización de la salud física y psíquica y el bienestar;
la identificación y el tratamiento de las enfermedades físicas conexas;
la detección y el tratamiento de síntomas comportamentales y psíquicos; y
el suministro de información y apoyo prolongado a los cuidadores.
La atención de la salud mental en la comunidad
Una buena asistencia sanitaria y social en general es importante para mejorar la salud, prevenir enfermedades y tratar los padecimientos crónicos de las personas mayores. Por lo tanto, es importante capacitar a todo el personal sanitario que debe enfrentarse con los problemas y trastornos relacionados con la vejez.
Para ello es imprescindible proporcionar a los adultos mayores una atención de salud mental eficaz en el nivel comunitario. La misma importancia tiene poner de relieve la asistencia prolongada de los adultos mayores aquejados de trastornos mentales, así como dar formación, capacitación y apoyo a quienes los atienden.
Es imprescindible contar con un marco legislativo apropiado, basado en las normas internacionales sobre derechos humanos, para ofrecer los servicios de la mejor calidad a las personas con enfermedades mentales y a quienes cuidan de ellas.
La respuesta de la OMS
Los programas de la OMS en pro de un envejecimiento activo y sano han creado un marco mundial para la actuación en los países. La Asamblea Mundial de la Salud adoptó en 2016 la Estrategia y plan de acción mundiales sobre el envejecimiento y la salud, uno de cuyos objetivos es armonizar los sistemas de salud con las necesidades de las personas mayores en lo que se refiere tanto a la salud tanto mental como a la salud física. Entre las medidas fundamentales figuran las siguientes: centrar los sistemas de salud en la capacidad intrínseca y la capacidad funcional; desarrollar y asegurar el acceso asequible de las personas mayores a la atención clínica integrada de calidad y centrada en la persona; y velar por que haya personal sanitario sostenible y apropiadamente capacitado, desplegado y gestionado.
En el plan de acción integral sobre salud mental 2013-2020 se plasma el compromiso de todos los Estados Miembros de la OMS de adoptar medidas específicas para fomentar el bienestar mental, prevenir los trastornos mentales, proporcionar atención, mejorar la recuperación, promover los derechos humanos y reducir la mortalidad, morbilidad y discapacidad de las personas con trastornos mentales, incluidas las personas mayores. Se centra en cuatro objetivos fundamentales:
reforzar un liderazgo y una gobernanza eficaces en el ámbito de la salud mental;
proporcionar en el ámbito comunitario servicios de asistencia social y de salud mental completos, integrados y con capacidad de respuesta;
poner en práctica estrategias de promoción y prevención en el campo de la salud mental; y
fortalecer los sistemas de información, los datos científicos y las investigaciones sobre la salud mental.
La depresión, las psicosis, el suicidio, la epilepsia, la demencia y el consumo de sustancias son objeto del Programa de acción de la OMS para superar la brecha en salud mental (mhGAP), que tiene la finalidad de mejorar la asistencia de los trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias mediante la aportación de orientaciones e instrumentos para el desarrollo de los servicios de salud en las zonas pobres. El paquete del mhGAP consta de intervenciones de prevención y manejo de cada una de esas afecciones prioritarias en entornos sanitarios no especializados, con inclusión de las que afectan a los ancianos.
La demencia, la depresión y otros trastornos mentales de gran importancia están incluidos en el Programa de Acción Mundial en Salud Mental (mhGAP), por el cual se pretende mejorar la asistencia de los trastornos mentales, neurales y por abuso de sustancias psicotrópicas mediante la aportación de orientaciones e instrumentos para el desarrollo de los servicios de salud en las zonas pobres.
En mayo de 2017, la Asamblea Mundial de la Salud respaldó el Plan de acción mundial sobre la respuesta de salud pública a la demencia 2017-2025. El Plan prevé un paquete integral de actuaciones (para los formuladores de políticas, los asociados internacionales, regionales y nacionales, y la OMS) en esferas tales como la sensibilización acerca de la demencia y el establecimiento de iniciativas adaptadas a la demencia; la reducción del riesgo de demencia; el diagnóstico, tratamiento y atención; la investigación y la innovación; y el apoyo a los cuidadores de las personas con demencia. Tiene la finalidad de mejorar la vida de las personas con demencia, sus cuidadores y sus familiares, y reducir el impacto de la demencia sobre ellos y sobre las comunidades y los países. Para contribuir a la puesta en funcionamiento del Plan, se ha establecido una plataforma internacional de vigilancia (el Observatorio Mundial de las Demencias) destinada a los formuladores de políticas e investigadores que facilitará la vigilancia y el intercambio de información sobre políticas en materia de demencia, prestación de servicios, epidemiología e investigación.